Por Miguel Rix
(www.somosmejoresqueellos.com)
"La industria agrolimentaria"
(Primera parte)
En 1994 la FDA (food and drug administration) que es el organismo
estadounidense encargado de velar por la seguridad de los alimentos y
medicamentos, dio luz verde a la comercialización de las hormonas de
crecimiento bovino rBGH.
Bien, pero ¿Qué es eso de una hormona de crecimiento (o engorde)
bovino?
La Somatotropina bovina (BST) es una hormona proteínica producida
en la glándula pituitaria del ganado, es la hormona natural de crecimiento
bovina. La BST puede ser producida sintéticamente, utilizando la
biotecnología de ADN combinado. El producto resultante se llama
somatotropina bovina recombinante (rBST) u hormona de crecimiento
bovino recombinada (rBGH), que es un producto transgénico que se
inyecta a las vacas para aumentar su producción láctea.
Monsanto es la única empresa del mercado que comercializa la somatotropina
bovina recombinante, bajo el nombre comercial Posilac.
Bien, hasta aquí todo correcto, las vacas producen más leche con dichas
hormonas. Pero ¿En qué estudios se basó la FDA para aprobar la comercialización
de un producto, que entre otras cosas pasaría a la cadena alimentaria
a través de la leche producida por vacas engordadas de forma artificial?,
¿Encargaron dichos test a laboratorios independientes?, ¿Hubo científicos
que avalaran su comercialización realizando una serie de pruebas antes de
aprobar la hormona de crecimiento en cuestión?
La respuesta es un NO rotundo.
Los estudios que argumentaron la aprobación y comercialización de
Posilac, fueron llevados a cabo por Monsanto.
¿No le extraña este dato?

Pues a Jane Akre y a Steven Wilson, sí que les extrañó.
Como antes mencioné, ambos trabajaban en la cadena Fox allá por el
año 1997. Fue entonces cuando el canal de televisión les encargó un
reportaje sobre la industria biotecnológica y las hormonas citadas anteriormente,
“Un trabajo de investigación” les dijo Roger Ailes (el por entonces
jefe de programación de Fox News).
Muy poco después descubrieron el verdadero propósito de aquel
encargo, ya que no era la FOX, sino Monsanto que pretendía un lavado de
cara ante la opinión pública.
Desde la FOX, nadie quería que se pusiera en tela de juicio la versión de
la compañía, pero ambos periodistas presentaron un primer programa que
para nada contaba lo que quería transmitir la corporación agroalimentaria.
Los ejecutivos de Monsanto, por supuesto no querían un estudio minucioso,
sino un lavado de imagen (como ya dije anteriormente) ya que habían pasado
tres años desde que Posilac comenzara a comercializarse y el público
norteamericano ya comenzaba a dudar de la seguridad de aquel producto. Es
por ello que la empresa necesitaba un programa de “investigación” que
“demostrara” que su producto no era tan malo como empezaban a denunciar
miles de personas.
Pero claro, los periodistas hicieron su trabajo.
Akre y Wilson, dieron con infinidad de pruebas, con estudios alternativos
que desmentían rotundamente el informe de la FDA sobre la inocuidad de
estas hormonas. Uno de los que más se opuso a esta aprobación fue el
veterinario Richard Burroughs, que por entonces se encargaba en la propia
FDA de la investigación en el campo de la veterinaria. Por supuesto, fue
relegado de su puesto.
Burroughs afirmó entonces:

En 1991, se había creado un nuevo cargo dentro de la
FDA: “Jefe de comisión de reglamentación”. Michael Taylor, fue el primero
en ocupar el puesto. Y es sorprendente y digno de mención, porque Taylor es
abogado y su despacho King and Spalding, tenía como cliente principal a
Monsanto.
Otro dato que nos hace dudar de la honorabilidad de este señor, es que
tras la aprobación de las hormonas de crecimiento en 1994, Taylor abandonó
su cargo en la FDA (¿quizá porque ya había cumplido con su objetivo al llegar
a dicha institución?)… ¿Pero sabe dónde recaló después?, en la USDA, es
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decir, en el departamento de agricultura de los Estados Unidos, y algo
más tarde trabajó para el IFBC, Comité Internacional de Alimentos y
Biotecnología.
Pero lo realmente escandaloso, y lo que más le sorprenderá (como a mí
me pasó) es que algo más tarde se convirtió en Vicepresidente ¿Se imagina
en qué empresa?
Pues sí, ¡Acertó!, la empresa es Monsanto.
Pero no acaba ahí su periplo, ya que en 2009, Barack Obama le nombra
Consejero del Comisionado del FDA, algo así como supervisor de la
alimentación estadounidense.
¿No le resulta sospechoso que una persona trabaje para Monsanto,
después para los organismos reguladores como la FDA o la USDA y más
tarde vuelva a la empresa de la que partió ocupando el cargo de
vicepresidente, para terminar regresando de nuevo a la FDA?
Pues sí, no sólo es sospechoso sino amoral y yo añadiría: delictivo.
Pero el caso de Taylor es sólo uno más, aunque quizá sea el más
“escandaloso”, hay toda una lista interminable de políticos y profesionales que
se mueven de uno a otro lado, de Monsanto (o del resto de corporaciones que
iremos mencionando en esta historia) al organismo regulador pertinente.
Aprobado el producto que la empresa quiere colocar en el mercado, vuelta a
Monsanto con ascenso.
Quiero destacar lo que El Huffington Post dijo sobre Taylor en un
artículo publicado el 23 de julio de 2009 por el periodista Jeffrey Smith: “La
persona que puede ser responsable por la mayor cantidad de muertes y
enfermedades relacionadas con alimentos en la historia ha sido
nombrada zar de seguridad en los alimentos de Estados Unidos. No es
broma”. (http://www.huffingtonpost.com/jeffrey-smith/youre-appointing-whoplea_b_243810.html)
Este extraño peregrinaje de profesionales entre la empresa que pretende
la aprobación de sus productos (entro por la puerta de Monsanto, salgo por la
puerta de la FDA, vuelvo a entrar a Monsanto) y los organismos reguladores
nacionales y supranacionales, se denomina con el nombre coloquial de
“Puertas giratorias” (en inglés Revolving Doors). Más adelante
profundizaremos en este escándalo, y descubriremos que no sólo se da en
los Estados Unidos, sino a lo largo y ancho de nuestro planeta. En España tenemos otro caso flagrante: la ex ministra de Ciencia y tecnología (2008-
2011) Cristina Garmendia de la que ya hablaremos en profundidad.

El documento en cuestión dice lo siguiente:
“Gran parte de la producción industrial de leche en los Estados Unidos y
México utiliza una hormona transgénica de crecimiento bovino llamada rBGH,
propiedad de Monsanto. Es una hormona que se le inyecta a las vacas y las
hace producir hasta el doble de leche. Esto tiene efectos muy negativos en la
salud del ganado, pero además puede tener consecuencias fatales para
quienes consumen esos lácteos.
Esta hormona transgénica provoca que
suba en la leche el nivel de otra hormona llamada en inglés IGF-1 (factor de
crecimiento insulínico tipo 1). Estudios recientes muestran que los niveles
anormalmente altos de esta segunda hormona se asocian con el cáncer de
seno, con el de próstata y con el de colon.
Según el doctor Michael Hansen, asesor de la Unión de Consumidores
de Estados Unidos, que analizó y compiló estos estudios,
(www.organicconsumers.org/rbgh/0724_monsanto_rbgh.cfm ):
“las vacas que reciben esta inyección, tienen un aumento significativo
en la frecuencia de 16 enfermedades, incluidas mastitis y problemas de
gestación. Las vacas sufren muchísimo y, además, la leche contiene restos
de antibióticos, pus y sangre, por las continuas enfermedades y tratamientos
a que son sometidas. Esto genera una mayor resistencia a antibióticos en
quienes consumen esa leche y sus derivados, lo cual ya supone un grave
problema de salud pública”.
Hoy día el uso de esta hormona está prohibido en: Europa, Canadá,
Japón, Nueva Zelanda y Australia… Sin embargo en Estados Unidos, Posilac
fue autorizado en 1994 y aún sigue comercializándose… (También en:
México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, Brasil, Colombia,
Ecuador…)
¡Pero ojo a este dato!, ya que en los mismos informes que Monsanto
proporcionó a la FDA, ya se registraba lo siguiente:
“las vacas sufren más enfermedades y en su leche hay un aumento
significativo de la hormona IGF1(Crecimiento insulínico)”.
No obstante, la empresa concluye esta parte del informe:
“Se descarta que eso tenga algún impacto en la salud humana”.
Parece una broma de mal gusto, ¿Verdad?. Lamentablemente no lo es.
El informe de Ribeiro dice además lo siguiente:
“Ningún producto transgénico es etiquetado en Estados Unidos, porque
desde sus inicios, las empresas productoras de transgénicos lograron con
presiones de todo tipo que no se use una etiqueta que diga “contiene
transgénicos” o cualquier formulación que lo indique, aunque sea verdad…
Seguro que desde entonces sabían que tenían mucho que ocultar“.
Esto requiere una reflexión seria, porque Ribeiro afirma y es rotundamente
cierto, que en Estados Unidos la legislación no obliga a
identificar un alimento como transgénico cuando lo es. Esto lo analizaremos
más adelante al profundizar en los organismos genéticamente modificados
(OGM) o como se les conoce coloquialmente alimentos transgénicos.
Pero ¿Por qué es así?
¿Qué influencias tienen estas macro-corporaciones para hacer y
deshacer a su antojo, para influir en la legislación e incluso dejar sin
trabajo a todo el que se les oponga?
Iremos respondiendo a esa pregunta en el transcurso de esta historia,
pero sigámosle la pista a la pareja de ex periodistas de la Fox: Akre y
Wilson.
Terminaron su reportaje y corroboraron lo que ya casi todo el mundo
sabía, que aunque la industria avalada por la FDA afirmase que la hormona
transgénica rBGH era segura al cien por cien, existían infinidad de estudios
independientes que la conectaban directamente con el Cáncer.
Un día antes de la emisión de su programa, llegó un fax a la redacción de
la Fox News.
Monsanto, a través de sus abogados, paralizó la emisión del reportaje
en cuestión. Decían –literalmente- que de emitirse el programa, “Habrá
consecuencias nefastas para la Fox”, que la cadena dejaría de percibir las
increíbles sumas en publicidad que Monsanto gastaba por entonces en las campañas de sus productos: Posilac, RoundUp, Aspartame o NutraSweet…

Jane Akre dice lo siguiente: “Con Monsanto entendí cómo una
corporación puede funcionar para lanzar un producto al mercado, los niveles
de coordinación que tiene que tener. Debían meterse en el bolsillo: a
investigadores, a profesores de universidad, a publicaciones, a periodistas, al
público y por supuesto a la FDA. Había que convencer a los reguladores
federales de que este producto era bueno y seguro para su comercialización
en el mercado, y lo hicieron muy bien. El gobierno central prácticamente
dio el visto bueno al producto antes de que saliera al mercado. El test
más largo que hicieron para probar su inocuidad, fue un estudio de 90
días en 30 ratas.”
Sin embargo, por aquellos años los spots televisivos de Monsanto
repetían una y otra vez:
“Posilac es el producto más comprobado de la historia, ya disponible
para Ud. Específicamente, para incrementar el potencial de sus
beneficios”.
Como vamos viendo, la estrategia de esta empresa queda en evidencia:
Primero desarrollan un producto que en los últimos tiempos está basado
en la biotecnología, es decir en la creación de organismos genéticamente
modificados (más adelante veremos que su historial de productos nocivos
peligrosos y cancerígenos, se remonta a principios del siglo veinte, así que no
es algo nuevo y propio de los transgénicos).
(Extraido del libro "Eugenesia Legal" de Miguel Rix. ¡¡Gracias por el apunte!!)