Breves reflexiones sobre un futuro energético incierto
Por Juan del Río.
Es clave recordar que sin petróleo convencional[1] no estarías leyendo ahora este artículo. La gran mayoría de cosas que hoy nos rodean dependen de los recursos energéticos fósiles -especialmente petróleo- para su manufacturación y transporte, y esta gran adicción por la poción mágica de nuestros tiempos[2] así como la pronta llegada a sus picos de producción[3] hace que seamos tremendamente vulnerables, lo que implica un replanteamiento a todos los niveles de nuestro modelo socio-económico.
A principios de octubre se realizó el 2º Congreso Internacional de Barbastro “Más allá del Pico del Petróleo” organizado por la UNED. Un encuentro en el que un servidor, desde la Red de Transición, tuvo la posibilidad de participar conjuntamente con conocidos expertos científicos y divulgadores en el ámbito de la crisis energética, comoPedro Prieto, Antonio Turiel, Ugo Bardi, Kjell Aleklett o Gail Tverberg entre muchos otros, y en el que se dibujó, con pelos y señales, el panorama energético local y global, así como sus implicaciones.[4] Las informaciones expuestas fueron claras, concisas, bien documentadas, enfocadas más en la problemática que en las posibles alternativas[5] y, porqué no decirlo, difíciles de digerir para la gran mayoría de mortales. Un ejemplo de ello es la siguiente previsión del descenso en la disponibilidad energética para los próximos años.
La importancia de la resiliencia
La importancia de la resiliencia
La resiliencia es la capacidad inherente a cualquier sistema, ya sea, personal, social, natural o planetario, de absorber los choques y reorganizarse mientras se produce el cambio, de manera que el sistema mantiene esencialmente la misma función, estructura e identidad[1]. Análogamente a un ecosistema, en el contexto comunitario este concepto se refiere a la habilidad de una comunidad de no colapsar frente a la falta de energía o alimentos y a su habilidad de responder y adaptarse ante los choques de origen externo.
Las tres características que hacen a una comunidad, resiliente son:
- La Diversidad: de los miembros que la forman, de las funciones que pueden realizar, de las respuestas que pueden ofrecer, de las conexiones que tienen entre ellos, de cómo circula y se procesa la información,…
- La modularidad: una elevada modularidad hace referencia a la descentralización de las conexiones dentro de la comunidad.
- De manera que si se ve afectada una parte, el resto pueda actuar de manera autónoma.
- La distancia causa-efecto: Si la distancia es corta, como en los sistemas de gobernanza no centralizados, los miembros de la comunidad son capaces de ver lo que ocurre a su alrededor y, por lo tanto, actuar adecuadamente y en el momento oportuno.
Vivimos en momentos de crisis complejas, de rápido cambio y debemos aprender a bailar con él. Por eso la reconstrucción de resiliencia es uno de los objetivos clave para las iniciativas de transición y otros movimientos sociales. Los beneficios que esto le aporta a la comunidad son muchos, por ejemplo:
- Si una parte es destruida, el choque no afecta a todo el sistema.
- Existen una gran diversidad de soluciones desarrolladas creatívamente en respuesta a las circunstancias locales.
- Se puede obtener las necesidades básicas con el uso de poco transporte y se substituyen las grandes infraestructuras y burocracias por soluciones alternativas de bajo coste.
- Los miembros de la comunidad se conocen, relacionan, cooperan, intercambian y se apoyan.
Algunos recursos para aprender más sobre resiliencia (en inglés):
¿Qué es la resiliencia? resumen por el Stockhlom Resilience Center.
“Las formaciones que se realizan desde Transición Sostenible y desde la Red de Transición van dirigidas a reconstruir la resiliencia de las comunidades y grupos”
[1] Walker, B., Hollinger, C.S., Carpenter, S.R. and Kinzing, A. (2004) “Resilience, Adaptability and Transformability in Social-ecological Systems” Ecology and Society. 9 (2) p.5.
Artículo elaborado e ideado por Juan del Río.
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